top of page

Doctrinas básicas de la iglesia de Santidad Pentecostal

Introducción  -  Un vistazo general

Desde su organización como cuerpo eclesiástico, la Iglesia de Santidad Pentecostal ha definido, aceptado, enseñado, y predicado cinco doctrinas bíblicas como básicas y fundamentales en la experiencia y la fe del cristiano. Tres de estas doctrinas son expresiones de experiencia personal que se creen necesarias para que uno se goce de una plena comunión con Dios. Estas tres doctrinas son las más importantes entre las cinco porque tienen que ver con nuestra salvación personal y nuestro destino en la eternidad. Tratan del tremendo problema del pecado, nuestra liberación de ello, y nuestro progreso y crecimiento espirituales como hijos de Dios.


I. La Primera de las tres doctrinas de la conversión. 
Ha sido llamada también el ''Nuevo Nacimiento''. La Palabra ''Conversión'' significa ''Un cambio radical, mediante el poder de Dios, del pecado a la virtud.'' Se puede definir como El Acto de la Gracia Libre de Dios por el cual Dios, por Jesucristo, Perdona y Quita Todas Las Transgresiones y Regenera en Uno la Vida de Jesús. ''De cierto, de cierto te digo, que el que no naciere de nuevo, no puede ver el reino de Dios'' (Juan 3:3). ''Así que, arrepentíos y convertíos, para que sean borrados vuestros pecados; para que vengan de la presencia del Señor tiempos de refrigerio'' (Hechos 3:19). La Conversión es el primer paso de un pecador rebelde, perdido, y arrepentido hacia Dios. Tiene que ser un paso firme y sincero, porque sobre ello descansan todas las demás experiencias y relaciones que uno puede tener con Dios. Esta obra de gracia, pues, trata exclusivamente de los pecados, las transgresiones, las iniquidades del pecador, los hechos malos que él ha cometido contra la ley de Dios.


II. La Segunda de estas doctrinas de experiencia es la de la Santificación. 
Es la divina obra de gracia por la cual el pecado que fue heredado de Adán es crucificado y destruido, y el corazón llega a ser puro y limpio de toda maldad. Es una obra definida e instantánea que tiene por fin la liberación del recién nacido hijo de Dios del dominio y del poder del pecado. Significa la terminación de la guerra civil entre el nuevo hombre, Cristo, y el viejo hombre, la carne. Proporciona condiciones óptimas para el progreso y el crecimiento del cristiano en la gracia y el conocimiento del Señor. La experiencia de la santificación trata, pues, no de pecados cometidos sino del pecado heredado, la raíz de maldad que el corazón humano trae consigo desde su nacimiento. Vea los siguientes: Mateo 5:8; Juan 15:2; Romanos 6:6; Hebreos 12:14. 


III. La Tercera de las doctrinas de experiencia es el Bautismo en el Espíritu Santo. 
Esta experiencia personal es el cumplimiento de la promesa del padre. Es el investimiento del poder de lo alto para que los creyentes sean testigos eficaces de Cristo. El Espíritu Santo, siendo el agente ejecutivo de la gracia de Dios para con el hombre, toma parte en todas las obras de Dios. Efectúa muchas obras pre-pentecostales en el corazón. Es el Espíritu que redarguye del pecado, llama al pecador, regenera al corazón, efectúa la transformación del alma y produce la nueva creación en Cristo. El Espíritu Santo es aquel que provoca la crisis entre el nuevo hombre y el viejo hombre en el corazón recién convertido. Esta crisis produce tal desesperación en el hombre que él exclama como el apóstol Pablo: ''¡Miserable de mí! ¿quién me librará de este cuerpo de muerte?'' El mismo Espíritu que provoca el conflicto también lo resuelve, crucificado al viejo hombre y purificando al corazón por la sangre de Cristo. Esto es la santificación. Ninguna de estas actividades del Espíritu, sin embargo, representa la llenura del Espíritu en su plenitud bautismal como fue profetizada por Joel, reiterada por Juan el Bautista, afirmada por Cristo, y cumplida en el Día de Pentecostés. Este poderoso bautismo representa una dimensión nueva y amplia en el Espíritu Santo. Representa la morada de la Trinidad del cielo en el hombre y produce tal gozo, paz, victoria, y abundancia espiritual que llega a ser nada menos que ríos de agua viva que corren de los adentros para afuera. Vea: Mateo 3:11; Lucas 24:49; Hechos 1:8; Hechos 2:1-4.

Un análisis breve de estas tres doctrinas y experiencias básicas, pues, revela lo siguiente:
A- La Conversión es la primera obra de la gracia de Dios en el hombre. Representa el amanecer de la vida espiritual, la vida de Dios en el hombre. En ella, el pecador se arrepiente, es perdonado, regenerado, justificado, adoptado como hijo en la familia de Dios, y hecho participante en la naturaleza divina.
 

B- La Santificación es una segunda obra definida de la gracia de Dios. Tiene que ver no con los pecados cometidos ni con transgresiones contra la ley de Dios, sino con el pecado inherente, la condición de depravación innata en el hombre. Es la crucifixión del viejo hombre, la naturaleza carnal, la fuerza negativa en el hombre que impide el desarrollo y el crecimiento de Cristo en el cristiano.
 

C- El Bautismo del Espíritu Santo es el don de amor de Cristo para con todos los redimidos. Es la mayor demostración del amor de Cristo para con los suyos. Es un investimiento de poder para que el cristiano sea un testigo eficaz de Cristo y la salvación que él ha traído al mundo. El bautismo en el Espíritu no tiene que ver con el pecado en sí porque el problema del pecado se resuelve en toda su amplitud en la conversión y la santificación.

IV. La cuarta doctrina básica de la iglesia es la sanidad divina. 
Creemos en la sanidad del cuerpo porque creemos en un Dios sobrenatural, un Dios que ama a todos los hombres, un Dios que ha efectuado una redención cuya fin es traer vida abundante a toda persona. La enfermedad es un trastorno del orden natural y divino que Dios estableció en el principio. Aunque el hombre no será librado de ''deterioración física'' hasta en la vida futura, creemos que la sanidad por intervención directa de Dios es un privilegio que los hijos de Dios podemos gozar por fe en su amor, su compasión, y su poder. Vea: Isaías 53:5; Mateo 8:16, 17; Marcos 16:17, 18.


V. La quinta y última de las cinco doctrinas básicas de las Iglesia de Santidad Pentecostal es una creencia firme en la segunda venida de Cristo a este mundo. 
Creemos en la venida inminente, personal, y pre-milenial de nuestro Señor Jesucristo. La palabra ''inminente'' significa que la segunda venida de Cristo está cerca, que puede ocurrir en cualquier momento (Mateo 24:29-44; Marcos 13:32-37; Tito 2:13). La palabra ''personal'' significa que el ''mismo Jesús'' quien fue ''tomado al cielo así vendrá'' como fue visto ''ir al cielo'' (Hechos 1:11). La palabra ''pre-milenial'' significa que él vendrá antes del milenio, cuando los ''bienaventurados y santos'' de la primera resurrección vivirán y reinarán con Cristo por ''mil años'' (Apocalipsis 20:4-6). Habrá dos etapas en la segunda venida de Cristo: la primera con el propósito de arrebatar a sus santos que están listos y preparados para su venida antes de la gran tribulación (Mateo 24:40-44; I Tesalonicenses 4:13-18; Apocalipsis 3:10, 11; 4:1-2), y la segunda etapa al final de la gran tribulación cuando Cristo volverá con sus santos para destruir las huestes del anticristo, juzgar las naciones del mundo, e inaugurar el reinado milenial de Cristo (Mateo 25:31-33) II Tesalonicenses 2:8; Apocalipsis 19:11-21; 20:1-6). La actitud correcta del cristianismo hacia la venida de Cristo debe ser la de amar su venida (II Timoteo 4:8), velar y orar siempre para ser digno de escapar las cosas que vendrán sobre la tierra durante la gran tribulación (Lucas 21:36), orar por su venida (Mateo 6:10; Apocalipsis 22:20), y fielmente esperar su venida.

bottom of page